Boricuas felices en medio de la crisis
jueves, 15 de julio de 2010
Arys L. Rodríguez Andino / Primera Hora
En medio de la crisis social que vive el país, agravada en el último año por los despidos masivos, los puertorriqueños y puertorriqueñas se sienten, esencialmente, felices. Las mujeres, más que los hombres.
Parece una burla, pero no. Es uno de los hallazgos de un estudio realizado por Abdiel Cruz López para su tesis doctoral en la Universidad Carlos Albizu.
El primero que se sorprendió fue él, sobre todo si se toma en consideración que los 253 cuestionarios fueron entregados entre el 19 de mayo y el 12 de junio de este año, un momento en que ya se sabía de los despidos efectivos el 30 de junio y los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico mantenían una huelga que parecía no tener fin.
Los cuestionarios, por las dudas, no fueron entregados ni en las playas ni en un pub durante el happy hour de un viernes social, algo que probablemente hubiera influido en la percepción que cada cual tiene de la felicidad. Tampoco fueron distribuidos en un templo.
La muestra incluyó personas de diferentes edades, casadas unas, solteras otras, y con diferentes niveles de escolaridad. Eso sí, el 45 por ciento de los encuestados tenía un nivel posgraduado y un 27.7 por ciento, un grado técnico.
Uno de los hallazgos que encontró Cruz López es que el ingreso está relacionado con el nivel de escolaridad y que a mayor estado de salud, mejor se siente la persona. Lo segundo le pareció lógico, pero lo primero, no necesariamente.
“Mi entender es que el ingreso está relacionado, en Puerto Rico, al nivel de escolaridad que tengo”, analizó Cruz López.
Aunque no tomó en cuenta la variable de espiritualidad, sí observó que se reportó mayor bienestar en las personas que practican alguna religión.
“El estudio no se podía basar en la espiritualidad porque estaba basado entre lo que es felicidad y personalidad”, expresó.
El psicólogo reconoció que con las circunstancias que atraviesa el país lo lógico era esperar que las personas no manifestaran “bienestar subjetivo”, lo que para fines del estudio es la definición de felicidad.
“Cuando uno suma y resta esas áreas que están viniéndose abajo, uno suele pensar que la inmensa mayoría del puertorriqueño es infeliz”, mencionó Cruz López, y destacó que habría que investigar por qué, en medio de la crisis, el puertorriqueño tiene la capacidad de emerger y poder disfrutar aun en medio del dolor. “El puertorriqueño es así. Se ha acostumbrado a vivir en el mantengo, en la crisis, en la codependencia, en ser empleado y no empresario”.
El estilo de personalidad del boricua es, a juicio de Cruz López, jovial y fiestero, algo que influye en la construcción de la felicidad. “De hecho, nosotros le sacamos cinco patas al gato. La idiosincrasia y el componente cultural crea una influencia directa en cómo nosotros percibimos la felicidad o la infelicidad”, expuso.
Que las mujeres sean más felices que los hombres no lo sorprendió. “De hecho, ¿quién se está suicidando más en Puerto Rico? Los hombres”, observó y añadió que la cultura machista es uno de los elementos que obstaculizan que los varones sean más felices.
Al psicólogo no le parece incompatible que la sociedad esté indignada con la administración gubernamental y, al mismo tiempo, manifestar felicidad. Para ilustrarlo se puso, incluso, como ejemplo.
“Yo estoy indignado, cómo no. Yo estuve casi dos meses sin ver pacientes en la UPR. Estoy sin cobrar tres meses. Y no estoy indignado con los estudiantes y profesores, es con la administración incapaz, que no tiene la mínima conciencia de sentarse y dialogar”, mencionó.
Uno de los puntos que aclaró Cruz López es que la felicidad es la evaluación que hace la gente de su vida en el momento y con relación a periodos largos del pasado, por lo que ese bienestar no se mide en comparación con lo que puedan experimentar otras personas en circunstancias similares.
De esta forma, la crisis que le puede “chupar” la alegría a alguien no necesariamente tiene el mismo efecto en una persona con fortalezas distintas para manejar situaciones adversas.
En el 2005, una investigación publicada por el World Values Survey (entidad encuestadora a nivel mundial) informó que los puertorriqueños eran los más felices del mundo. Al año siguiente bajamos al segundo lugar.
En aquel momento, la familia extendida, la calidez de las personas y esa facilidad para celebrar cualquier ocasión hacían de los puertorriqueños las personas más alegres.
Ese año, aunque la crisis quizás se veía venir, seguramente los empleados públicos no pensaban que su trabajo estaba en la cuerda floja. Ahora, con un estudio puertorriqueño que reconfirma la felicidad borincana, habría que escudriñar en la capacidad para sonreír contra viento y marea.
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