
Este jovial matrimonio vendió su restaurante en Bordeaux para establecer uno nuevo en el barrio Singapur de Juana Díaz.
Probablemente, la francesa es la tradición que más influencia tiene en la forma en que la humanidad define la llamada alta cocina.
Como todos los imperios militares y políticos, el estilo francés de preparar y consumir los alimentos viajó el globo en las mochilas de sus ejércitos.
Según sus generales y estrategas ganaban batallas y conquistaban terrenos, sus cocineros intercambiaban, enseñaban y aprendían formas para manejar y comer los alimentos con aquellos conquistados.
La pasión con la que Phillippe Bauer confecciona cada plato del menú ha convertido a Chez Mademoiselle Coco en un oásis de indescriptible sabor. (Fotos: Ludwig Medina)
A pesar de que la era de gloria del imperio francés fue durante los siglos XIX y XX, aparenta que la más reciente escaramuza de los descendientes de Napoleón se realiza en estos momentos en el barrio Singapur de Juana Díaz, aquí en Puerto Rico.
En ese sector, dos franceses con uniformes de chef y no de legionarios, armados de cucharón y sartén, aseguraron una “cabeza de playa”, desde donde se proponen conquistar para Francia el paladar de los puertorriqueños.
Sus nombres son Phillippe y Catherine Bauer y su enclave gastronómico se conoce como Restaurante Chez Mademoiselle Coco, en honor a su franco-puertorriqueña nieta.
Tras viajar varias veces a Puerto Rico para visitar a su hija, quien se casó con un puertorriqueño que fue a Francia a estudiar, Phillippe y Catherine se enamoraron de la Isla y su gente, por lo que vendieron su restaurante -que ya contaba con nueve años de servicio en la región de Bordeaux- y se mudaron a la Isla.
De esta manera y buscando estar cerca del mar, los esposos llegaron al barrio Singapur de Juana Díaz, sector que les abrió las puertas y los “adoptó” desde el primer momento.
“Me encanta, la gente son como eran en Francia cuando yo era niña, todo el mundo en el barrio nos cuidan a nosotros y a nuestros clientes”, dijo Chef Catherine mientras explicaba cómo encontraron en la comunidad todos los recursos necesarios para arreglar y habilitar el ahora restaurante.
“Ya, hasta me están enseñando a preparar arroz con gandules y me guardan el pescado para el restaurante”, añadió por su parte Phillippe, chef de cocina en Mademoiselle Coco.
La crema fría de pepinillo en leche de coco es un refrescante acierto del chef Phillippe.
“No buscamos puertorriqueñizar la comida francesa. Queremos que los puertorriqueños experimenten la culinaria franca tal como es. Claro hay platos más fáciles de introducir que otros y, por supuesto, los ingredientes no son los mismos, pero ese es el reto”, explicó Catherine mientras usaba el caldo de pescado como ejemplo.
¡Qué clase de ejemplo!
A diferencia del caldo de pescado boricua, esta sopa tiene una textura muy delicada donde se balancea el sabor marino del pez gallo, ingrediente provisto por los pescadores de la comunidad, con las especias tradicionales de Francia, para producir un delicado líquido salado con un toque de dulzura que evoca los más sabrosos productos de los mares fríos.
Ahora, si de sopas se trata, la crema fría de pepinillo en leche de coco es una explosión de sabores digna del Día de la Bastilla.
Utilizando la milenaria sabiduría culinaria franca, chef Phillippe combina el pepinillo fresco con cebolla
salteada, coco y cilantro en una crema vegetariana perfecta para el caluroso verano caribeño.
La langosta, reina del Mar Caribe, es presentada guisada sobre pasta en su salsa Armoricana, con camarones grillados con un popurrí de especias griegas. (Fotos: Ludwig Medina)
Después de todo, la receta solo tiene 15 siglos de utilización. “Magnifique”.
La langosta provista por los pescadores de Singapur ya ocupa un lugar prominente en esa cambiante ‘carta producto’ de la conversación entre los Chefs Bauer y sus comensales.
La reina del Mar Caribe es presentada guisada sobre pasta en su salsa Armoricana, con camarones grillados con un popurrí de especias griegas que le lleva de lo dulce a lo picante en cada bocado.
Es un verdadero viaje digno de Dionisio que hay que comer con un champagne descorchado de la forma tradicional, con un sable de mano por el propio chef Phillippe.
Para los foodies que disfrutan dejarse llevar en viajes de texturas, sabores y colores, el restaurante Chez Madamoiselle Coco ya es una parada obligada.
Ahora, recuerde que es una experiencia diferente, cercana, pero alejada de las tradiciones culinarias que son familiares a los puertorriqueños.
Por ejemplo, de primera intención el paladar boricua puede que extrañe la sal.
El burbujeante no falta en esta peña francesa-puertorriqueña.
El Mousse de Chocolate es un ataque frontal a los sentidos que se pasearán por un sendero que comienza con un delicado sabor a chocolate, se desarrolla en unos toques que evocan un fuerte “capuccino” y termina rematando con un éxtasis de robusto chocolate negro.
Como si el mousse no fuera suficiente tentación, otras de las alternativas para el postre son los ‘Profiteroles au Chocolat’ -cream puff-, “petisus” rellenos de mantecado de vainilla con salsa de chocolate.
Definitivamente esta delicia, como la mayoría de los placeres, se disfrutará mejor con buena compañía y ¿por qué no? ¡Más champagne!
Phillippe acompañó filetes de pato con zanahorias salteadas, papas fritas y arroz con gandules.
Como se dice ahora en el barrio Singapur de Juana Díaz: “Bon appétit, et vive la France”.
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