Por Yaira Solís Escudero,
Especial para ESCENARIO / El Vocero
02 de septiembre de 2009 04:00 am
Especial para ESCENARIO / El Vocero
02 de septiembre de 2009 04:00 am
Ribeiro, España – Es un vino ligero y joven que agrada al paladar y contiene un grado de acidez de entre 10% al 13%, nos referimos al blanco de Ribeiro, el mismo que bien tuvimos a degustar durante nuestra participación en Proba Ribeiro 2009.
El vino blanco del Ribeiro representa un 85% de la producción de la D.O. y según supimos, ha sido reconocido internacionalmente como uno de los mejores blancos del mundo. Sin duda es perfecto para maridar con el famoso pulpo a la gallega, las empanadas y la carne al caldero tan famosa de Galicia.
La D.O. Ribeiro está situada en el noroeste de la provincia de Ourense en los valles formados por los ríos Miño, Arnoia, Avia y Barbantiño, los mismo que llenan de mimos a esta tierra tan fértil.
El vino Ribeiro es uno de los cinco de Galicia con D.O., además de los vinos Albariño, Valdeorras, Monterrei y Ribeira Sacra.
Tiene una extensión de 3.000 hectáreas de viñedo cubriendo entre otros las poblaciones de Arnoia, Leiro, Castrelo de Miño, Ribadavia, Beade, Punxin y Cortegada y una parte de los municipios de Ourense, Carballiño y Toén.
Un poco de historia
Aunque no se sabe cómo llegaron a la zona las uvas que se reconocen como autóctonas del Ribeiro, existe evidencia de que durante la mitad del siglo II a.C. ya se elaboraba vino del Ribeiro. Fueron los monjes del Císter los preculsores del cultivo de la viña en Ribeiro, porque se asentaron en San Clodio, en Leiro, donde construyeron su monasterio, manteniéndose allí por siglos. En la actualidad el lugar es un Hotel Monumento (lugar donde se llevó a cabo la cata de 41 blancos como parte de Proba Ribeiro). Fueron estos monjes quienes se ocuparon de estudiar las distintas variedades autóctonas que se reconocen en la actualidad en Ribeiro.
Según los historiadores, fue Pelagio González, abad del Monasterio de San Clodio el responsable de dejar documentado en su testamento y para la posteridad (a mitad del siglo XII), el proceso de reimplantación del viñedo y el celoso proceso de elaboración de los vinos del Ribeiro. Caldos que se conocieron en el resto de Europa gracias al Camino de Santiago y de los comerciantes judíos, quienes dejaron en Ribadavia su gran legado histórico.
Otros importantes gestores en el desarrollo de la viticultura en Ribeiro fueron los monjes del monasterio de Oseira, también llamado el Escorial Gallego que, aunque no se encuentra dentro de los límites geográficos de la D.O. Ribeiro, se desplazaron a las zonas del Ribeiro estableciendo muchas fincas destinadas al cultivo de la vid.
Como Ribeiro fue una zona poco afectada por la invasión musulmana se mantuvieron activos en el cultivo del viñedo desde la época romana, llegando a su máximo esplendor en los siglos XV y XVI, cuando el vino se convirtió en una de las mayores riquezas del lugar, cultivándose y elaborándose con gran intensidad.
El vino de Ribeiro se exportó a toda España, Francia, Portugal, Italia y especialmente Gran Bretaña. No obstante, en el 1850 el Ribeiro, como el resto de Europa se afectó con la plaga de oidium, a lo que se sumó en el 1892 el mildiu y la filoxera, plagas que minaron la época dorada de la región.
Entonces, las variedades autóctonas perdieron terreno y otras uvas de menor calidad pero resistente a la plagas, comenzaron a proliferarse en los viñedos, cambiando el futuro de los vinos de la región. De ser una región productora de grandes vinos el Ribeiro pasó a ser punto de elaboración de vinos familiares hasta que el esfuerzo de unos cuantos valientes bodegueros –naturales de la región–, provocó su regreso, dejando a un lado sus respectivas profesiones (medicina, abogacía, etc.), para apostar a la recuperación de la Epoca Dorada de la región.
El Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Ribeiro también es motor de dicho esfuerzo.
Las uvas protagonistas
Treixadura – Es la variedad reina del Ribeiro, responsable de la fama de D.O. Es una cepa resistente a las enfermedades, vigorosa y de maduración tardía; los vinos que produce son aromáticos y elegantes, llegando ha alcanzar hasta 13 grados alcohólicos en algunas zonas. La acidez de esta uva provoca equilibrio y frescura en el vino.
Otras uvas blancas populares en la región son: Torrontés, Loureira, Godello y Albariño; y en tintas: Sousón, Brancellao, Caiño, Ferrón, Mencia, y otras complementarias son en blancas: Palomino, Albilla, Macabeo; y en tintas: Garnacha,
Tempranillo.
Los tintos son vinos de un color rojo violáceo, de notable acidez y tánicos.
Crece Ribeiro
La cata de los 41 vinos blancos de Ribeiro tuvo lugar en el Monasterio San Clodio, allí también tuvimos a bien catar los ricos Tostados, vino dulce cuya elaboración usa sólo el mosto procedente de la selección de las mejores uvas. Su producción limitada le convierten en un lujo de la sobremesa.
De la visita a Ribeiro nos sorprendió la disciplina y dedicación de los ocho bodegueos visitados, quienes apostaron por revitalizar Ribeiro con sus uvas autóctonas, aún cuando casi nadie lo recomendaba.
La D.O. Ribeiro la conforman los municipios de Ribadavia, Arnoia, Castrelo de Miño, Carballeda de Avia, Leiro, Cenlle, Beade, Punxín y Cortegada, y parte de los de Boborás, San Amaro, Toén, Carballiño y Ourense. Se extiende desde los 75 hasta los 400 metros de altitud en valles y laderas, salvadas por terrazas denominados socalcos. Pudimos observar tecnología avanzada en las bodegas así como constatar el conocimiento amplio de las viñas y el terroir, que tienen los bodegueros, sin duda, su carta de éxito.
Vinos premiados
Vinos blancos
• Primer Premio: Señorío Da Vila, de Bodegas Docampo, S.A.
• Segundo Premio: Bodegas Nairoa, S.L.
• Tercer Premio: Viña Farnadas, de Pazo de Viete
Blancos de Colleiteiros
• Primer Premio: Quinta Do Avelino de Adegas Parente García, S.L.
• Segundo Premio: Eduardo Peña de Eduardo Rodríguez y Luz Cánovas
• Tercer Premio: Mauro Estévez de José Estévez Fernández
Vinos tintos
• Primer Premio: Tear Dos Dodi de Amalia Diéguez Martínez
• Segundo Premio: Sameirás de Antonio Cajide Gulín
• Tercer Premio: Terralonga de Bodegas Nairoa
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