El Nuevo Día
11 de Julio de 2013
Salud al Día
Por Natalia Rivas / El Comercio Ecuador
Muchas veces, la forma en la que se manifiestan los síntomas hacen
que el diagnóstico sea complicado y, en la mayoría de casos, tardío.
No se han determinado cuáles son las causas que provocan
la EM. Se sabe, por diversos estudios, que existe una predisposición genética y
que los factores ambientales, como la falta de exposición solar, son
determinantes.
Muchas veces, la forma en la que se manifiestan estas señales
hacen que el diagnóstico sea complicado y, en la mayoría de casos, tardío.
Para María Luisa Riofrío, esta característica es un inconveniente. Ella tuvo que pasar por varios consultorios médicos (no recuerda cuántos), durante cinco años, hasta que un especialista descubriera cuál era el mal que le aquejaba.
Lo que comenzó como problemas con su columna se convirtió en un constante tambaleo y llegó hasta la imposibilidad de distinguir objetos sin distorsiones. Esto la llevó a enfrentar períodos de ansiedad y depresión que afectaron su actividad laboral, indispensable para mantener su hogar y alimentar a sus tres hijos.
No se han determinado cuáles son las causas que provocan la EM. Se sabe, por diversos estudios, que existe una predisposición genética y que los factores ambientales, como la falta de exposición solar, son determinantes. Esto último se estableció porque existe mayor prevalencia de la enfermedad en lugares fríos. Aunque la EM es menos frecuente en la línea ecuatorial, en el 2009 un grupo de especialistas que realizó una investigación en Quito, Guayaquil y Cuenca, registró 159 casos. Esta cifra, que parece insignificante, es el resultado de la indagación de una pequeña muestra. Riofrío, después de visitar clínicas en Estados Unidos, asegura que el desarrollo de su padecimiento es consecuencia de la genética y de la forma en que se relacionaban sus antecesores lojanos.
La recomendación de Cáceres es que los jóvenes que sientan algún malestar de los mencionados, acudan a un neurólogo para que realice un diagnóstico y ordene un estudio de imagen.
Cristina Auger, radióloga española que estuvo en Ecuador, explicó que la resonancia magnética es la técnica más importante para el diagnóstico de la EM. Según la experta, la comunidad médica estableció una serie de criterios bajo los que se deben analizar los resultados de estas imágenes.
En la EM, las lesiones ocupan zonas características, entre ellas las que corresponden al tronco encefálico y a la médula espinal. La resonancia magnética permite hacer un seguimiento de los daños y determinar si han aparecido más. Además, ha dado cabida a la investigación de la atrofia (disminución de la masa cerebral) asociada a la EM, que se evidencia a través de dificultades para hablar, concentrarse, leer, memorizar, escribir y más.
Este examen no requiere ninguna preparación previa y tiene una duración de 45 minutos. Una vez que se analizan las imágenes y se concluye si es un paciente con EM, se escoge el tratamiento.
Los interferones inyectables (modificadores de la respuesta biológica) se utilizan para tratar este mal. Su función es controlar las crisis que sufren los pacientes y retrasar el desarrollo de la enfermedad. En los últimos años, las farmacéuticas desarrollaron además un tratamiento oral. Según Cáceres, las pastillas han demostrado una gran efectividad y son más fáciles de administrar.
Los dos métodos están contraindicados en personas con problemas del corazón o en etapas de lactancia y gestación.
Fuente: Grupo de Diarios América-GDA/El Comercio/Ecuador
Para María Luisa Riofrío, esta característica es un inconveniente. Ella tuvo que pasar por varios consultorios médicos (no recuerda cuántos), durante cinco años, hasta que un especialista descubriera cuál era el mal que le aquejaba.
Lo que comenzó como problemas con su columna se convirtió en un constante tambaleo y llegó hasta la imposibilidad de distinguir objetos sin distorsiones. Esto la llevó a enfrentar períodos de ansiedad y depresión que afectaron su actividad laboral, indispensable para mantener su hogar y alimentar a sus tres hijos.
No se han determinado cuáles son las causas que provocan la EM. Se sabe, por diversos estudios, que existe una predisposición genética y que los factores ambientales, como la falta de exposición solar, son determinantes. Esto último se estableció porque existe mayor prevalencia de la enfermedad en lugares fríos. Aunque la EM es menos frecuente en la línea ecuatorial, en el 2009 un grupo de especialistas que realizó una investigación en Quito, Guayaquil y Cuenca, registró 159 casos. Esta cifra, que parece insignificante, es el resultado de la indagación de una pequeña muestra. Riofrío, después de visitar clínicas en Estados Unidos, asegura que el desarrollo de su padecimiento es consecuencia de la genética y de la forma en que se relacionaban sus antecesores lojanos.
La recomendación de Cáceres es que los jóvenes que sientan algún malestar de los mencionados, acudan a un neurólogo para que realice un diagnóstico y ordene un estudio de imagen.
Cristina Auger, radióloga española que estuvo en Ecuador, explicó que la resonancia magnética es la técnica más importante para el diagnóstico de la EM. Según la experta, la comunidad médica estableció una serie de criterios bajo los que se deben analizar los resultados de estas imágenes.
En la EM, las lesiones ocupan zonas características, entre ellas las que corresponden al tronco encefálico y a la médula espinal. La resonancia magnética permite hacer un seguimiento de los daños y determinar si han aparecido más. Además, ha dado cabida a la investigación de la atrofia (disminución de la masa cerebral) asociada a la EM, que se evidencia a través de dificultades para hablar, concentrarse, leer, memorizar, escribir y más.
Este examen no requiere ninguna preparación previa y tiene una duración de 45 minutos. Una vez que se analizan las imágenes y se concluye si es un paciente con EM, se escoge el tratamiento.
Los interferones inyectables (modificadores de la respuesta biológica) se utilizan para tratar este mal. Su función es controlar las crisis que sufren los pacientes y retrasar el desarrollo de la enfermedad. En los últimos años, las farmacéuticas desarrollaron además un tratamiento oral. Según Cáceres, las pastillas han demostrado una gran efectividad y son más fáciles de administrar.
Los dos métodos están contraindicados en personas con problemas del corazón o en etapas de lactancia y gestación.
Fuente: Grupo de Diarios América-GDA/El Comercio/Ecuador
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